El efecto de la luz del sol o incluso de las lámparas o cabinas de rayos
UVA va mucho más lejos de lo que pensábamos. Una nueva
investigación ha determinado que varias horas después de haber terminado
la exposición los rayos UV o UVA, siguen provocando daños en la piel y pueden
provocar cáncer de piel.
En las siguientes tres o cuatro horas estando ya a la sombra, aún
pueden producirse lesiones y roturas en el ADN que son las que conducen a las mutaciones
genéticas que pueden deribar en un carcinoma. Es decir, al colocarnos en la
sombra tras haber estado tomando el sol, nuestra piel sigue sufriendo de igual
forma que cuando estábamos en exposición directa al sol.
Los experimentos realizados con ratones y células humanas revelaron
que, la melanina (el pigmento que bloquea la radiación ultravioleta) es la
responsable de esta reacción pospuesta de los rayos de sol.
Lo que ocurre es que la radiación ultravioleta produce oxígeno y nitrógeno
reactivos a cámara lenta; tras esto, al combinarse, excitan un electrón de la
melanina que provoca las lesiones en el ADN. “Esta
transferencia de energía al ADN puede ocurrir en la oscuridad, pero provoca el
mismo daño que el sol a plena luz del día”.
Sin embargo, los científicos aclaran que este descubrimiento no tiene por
qué afectarnos dramáticamente, se puede tomar el sol con precaución utilizando
siempre protectores solares, y evitando las horas de más sol (de 12 a 16h)
pudiendo ayudarse de sombreros, sombrillas, etc.
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